Cuando piensas en fósiles, probablemente lo primero que se te viene a la mente son huesos de dinosaurios o animales gigantes. Sin embargo, podemos llamar fósil a toda evidencia de vida pasada. Y esto puede ir desde un hueso mineralizado gigante de tiranosaurio, hasta impresiones de hojas de árboles que ya no existen. Para que puedan ser considerados fósiles, necesitan cumplir dos requisitos:
- El primero es que nos den alguna pista acerca de cómo era la vida en la época en la que ese organismo se fosilizó.
- El otro es que tenga más de diez mil años.
Imagina que vas caminando y descubres esto:
¿A quién o qué te imaginas que pertenece?
Este fósil le pertenece a…él:
Por muy extraño que parezca, es el cráneo de un mamut que pertenece a la época del pleistoceno, por ahí de hace unos 5 millones de años.
El organismo completo se ve así:
La Tierra
no siempre ha sido como la conocemos, los continentes se han desplazado desde
el origen de la Tierra y se seguirán moviendo, esto se explica con la teoría de
la deriva continental. La forma de nuestro País, incluyendo sus zonas costeras.
Gracias a estos cambios, hemos encontrado fósiles desde hace cientos de años,
pero no sabíamos que eran.
Los antiguos humanos que descubrían estos organismos, pensaban que tenían ante ellos pruebas de la existencia de seres mágicos o mitológicos que interactuaban con algunos humanos de esa época.
En el caso del cráneo del mamut, los griegos afirmaban que se trataba de la cabeza de algún cíclope que habitaba cerca del lugar. Y ¿Has oído hablar de los dragones? Bueno, ahora sabemos que seguramente se basaron en fósiles de dinosaurio para afirmar que existían.
O ¿has
oído del Kraken? Era un monstruo que se decía habitaba el mar y aparecía en
muchas de las historias que contaban los marinos en la antigüedad y muchos
pensaban que era real.
Ese fósil le pertenece al Archaeopteryx, un ave que tenía también características de reptil.
Lo importante
aquí es que descubras que a veces la naturaleza es igual de impresionante que
la ficción.